domingo, 18 de noviembre de 2007

El Cotarro de la Horca I



Hace tiempo había un lugar donde iban reos a morir. Amarrados con cadenas, llenos de sangre y sudor, exhalando un dolor tan grande que aún hoy día se puede sentir.
Paseaban por todo el pueblo entre voces, gritos, llantos, gemidos de ellos mismos… hasta llegar allí, ese pequeño cotarro donde les esperaba su fin.
Algunos de ellos culpables, otros sencillamente culpados; recuerdos y más recuerdos rondan su cabeza mientras el gentío espera el gran momento.
Uno cae y arrastra a los que lleva tras de sí; un vecino se acerca a ayudarle, mientras el verdugo, con su máscara de tela, ha llegado hasta él y lo ha levantado en el aire a la vez que le dice con una voz grave y tétrica:- “Esta gente no merece más que la repulsión del Mundo, ¡Nunca toques a un reo no sea que piensen que eres igual a ellos!"- , y con las mismas formas lo posó en el suelo. Después, se acercó a los presos, acariciando macabramente su látigo, y los obligó a levantarse del suelo.

Tomás se alejó lentamente y en ese momento sólo pudo pensar una cosa:-“pobres reos”-.

Los hombres, cada vez más demacrados, estaban a punto de alcanzar la meta impuesta: la Horca, esa fría soga tejida por el hombre para segar la vida de sus semejantes.
El gentío gritaba cada vez más y más alto deseosos de ver el ritual sagrado que exculpa todas las penas y, entre ellos, sonriendo, algún culpable no culpado esperando ver como sus penas son acalladas al segarle la vida a un inocente campesino.

Ya han llegado al patíbulo y les van colocando en su lugar.
Ha caído uno, dos, el tercero se resiste, lucha, pero esta lucha es inútil y también se va.
El cuarto alza su voz al aire: -“¡Yo no he sido! ¡Soy inocente! ¡Yo no he…”- el verdugo lo calló.
Sólo nos queda uno, el quinto reo, el más peligroso, el ser más sanguinario del lugar por haber matado a dos pequeñas hermanas, gemelas siamesas; ¿su razón?, eran monstruos, hijas del pecado, por ello él las separó, para siempre.


A este reo le mostraron al público, le quitaron el saco de la cabeza para que todo el mundo viera como su vida se marchaba. Lentamente, intentando con sus pies no caer al vacío, su vida se fue apagando.

3 comentarios:

charli dijo...

v

charli dijo...

Posiblemente haya pocas cosas que dejen un sabor de boca tan desagradable como la venganza. Por otra parte, la asepsia de aplica la pena sin pasión, tampoco parece recomendable para nadie. Puedo entender, y justificar sin lugar a dudas, la reacción inmediata con cualquier consecuencia pero, no sé, dudo que nadie en su sano juicio sea capaz de disfrutar del espectáculo de la muerte del enemigo. Si así fuese, tal vez sería más digno de lástima quien obtiene satisfacción que el que, también sin duda, obtiene la paz definitiva.
Por otra parte, e intentando centrarme en el escrito concreto, es de agradecer que ya no sean habituales, al menos en nuestra cultura, creencias tan aberrantes que puedan dar lugar siquiera al error de pensar que esas actitudes son, no sólo justificables, sino hasta heroicas.
Si me permites, la estructura del trabajo, muy bien organizada permitiendo una lectura limpia y continuada, sin dejar espacios vacíos. La transcripción de oraciones en latín, le dan un aspecto sobrio y misterioso típico de obras de mayor extensión. Suele ocurrir que cuando estos resaltes literarios tan marcados, no distorsionan la imagen general de una obrita tan corta, le dan el brillo infrecuente que distingue al maestro. También es cierto que no siempre es así y, más cierto aún es que no sé si yo debería atreverme a tales afirmaciones.
Gracias por permitirnos leerlo y disculpas por atreverme a comentarlo.


P.D. V = "no me sé la clave para entrar en el Blog y estoy haciendo pruebas" una de ellas parece que fue buena pero yo no me enteré.

Neurona dijo...

Gracias Charli por tu comentario, yo no se si escribo bien o mal, sencillamente se que mi alma me pide escribir y desde luego estas invitado a comentarme cuando quieras para bien o para mal, eso me ayudará a mejorar y a aprender de mis errores. Un saludo y de nuevo Muchas Gracias