domingo, 6 de enero de 2008

Necronomicón IV

-“Soy el Señor de los Espíritus, Nyarlathotep, soy uno y todos, en nombre de Auebothinawatebewe da poder a mis palabras oh Nasyria Opsiakis Shfe; da poder a los antiguos pobladores de Tebas, abre las puertas de los Cuatro Vientos. Llama a Yog-Sothot conocedor de los antiguos, a él le ofrezco estas cenizas y por él rompo estos huesos como muestra de fuerza. Para que el tiempo actual y pasado se crucen, vuelva la fuerza de los Dioses y el Ciclo se complete.”-

En ese momento aparecieron los cuatro hombres brillantes y se fundieron en uno en el cuerpo de Lucía.
Abrí los ojos y descubrí que estaba en el suelo. Me sentía muy extraña, me dolía la cabeza y tenía el estómago bastante revuelto, miré a mí alrededor y vi todo tal y como lo había dejado salvo por unas pequeñas astillas de algo junto a mi cadera. Me levanté y marché a casa pues se me había hecho bastante tarde.
Una vez llegué ni tan siquiera cené porque si meto algo en el estómago en ese momento lo hubiera echado, así que me fui a la cama para descansar.

En sueños comencé a ver otra vez aquellas extrañas cosas, construcciones hechas con barro oscuro, apenas había árboles; me acerqué a uno de esos edificios y vi unas luces, cuatro exactamente, esta vez se acercaron sonriéndome, yo sin saber porqué alcé unas espadas al aire, no quería hacer nada de aquello que hacía, pero mi cuerpo no me obedecía…

Abrí los ojos, me incorporé, seguía sin controlar mis movimientos, era como si me estuvieran moviendo a través de unos hilos, desprendí un pináculo del cabecero y comencé a dibujar una extraña señal en el suelo, una señal zigzagueante.

–“¡Qué diablos me está pasando!”-


Se escuchó el ruido sordo de un cuerpo al caer desplomado sobre el suelo de tarima. Y de pronto madera crujiendo, unos pasos, una puerta chirriando…

-“Mamaaaa...”- dijo Lucía con voz melosa entrando en la habitación de su madre.

-“¡¡Ahhhhhh!!.-"



¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

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